Solo el 10,2% del financiamiento bancario se destina al agro
El financiamiento al agro es insuficiente y presenta grandes distorsiones, atentando contra la competitividad del sector y desaprovechando oportunidades de crecimiento.
El financiamiento es una de las variables de peso para cualquier actividad económica, pero sobre todo para el sector agropecuario, donde anualmente se movilizan grandes cantidades de recursos para llevar adelante la producción. En números el agro mueve unos 22 mil millones de USD anuales sólo en bienes no durables y servicios; sin contar los bienes durables, como equipos y maquinarias, que se transan cada año.
Financiamiento insuficiente
Del total de recursos que utiliza el sector primario, sólo 6,5 mil millones de USD son financiados por los bancos, monto que representa sólo el 10,2% del financiamiento bancario al sector privado. Mientras que, por otro lado, sectores como el consumo de las familias reciben 30 mil millones y la producción manufacturera 12,9 mil millones. Los datos son claros, cuando se trata del financiamiento al sector privado, el agro no es uno de los preferidos.
Otros de los problemas vinculados con la cuestión del financiamiento tienen que ver con la elevada burocracia del sistema, los desacoples temporales y el bajo o nulo conocimiento por parte de la industria financiera sobre las cuestiones productivas del agro para ofrecer instrumentos a medidas.
Distorsiones en la tasa de interés
En los últimos años, el costo del capital ha sufrido una serie de distorsiones. Por un lado, los organismos gubernamentales intervinieron las tasas de interés a través de subsidios, reduciéndolas con el fin de reactivar la economía. Por el otro, los actores del sector privado -que no podían competir por tasa- aprovecharon los años de elevada inflación para incorporar maniobras distorsivas mediante las cuales el costo financiero se trasladó a precios; “maquillando” las tasas de financiamiento publicadas y generando sobrecostos en las transacciones que muchas veces pasan desapercibidos.
Esta situación se asemeja a la vivida en el mercado de consumo, donde ya estamos más que familiarizados con las populares “cuotas sin interés”; tal es así, que la maniobra del gobierno para transparentar la operatoria tuvo que ser revertida a los pocos días de su lanzamiento por la caída en el consumo.
Volviendo a los recursos, las demás fuentes de financiamiento del agro son recursos propios y, en su mayoría, proveedores de insumos y servicios, quienes utilizan el financiamiento como una variable más en su estrategia comercial. Conjuntamente ello provoca una menor competitividad sectorial, debido a las ineficiencias que se producen a la hora de instrumentar el financiamiento mediante estas vías alternativas. Ineficiencias que se traducen en menor cantidad de recursos para producir y mayores costos por la obtención del dinero.
Cabe señalar que, no abundan los proyectos que aspiran a una mayor inclusión financiera del sector y a la reducción de los costos de financiamiento en términos reales. Por el lado de la vía tradicional, la ley de Warrants -que se encuentra en una etapa muy temprana del proceso legislativo que debe afrontar- aspira a brindar mayor financiamiento dando en garantía la mercadería depositada. De la mano de la innovación, en la industria fintech surgen nuevos actores como Pago Rural o Siembro, que financian los procesos de compra de maquinaria e insumos.
Si el agro es capaz de ser el sector más competitivo de nuestra economía a pesar de todos estos inconvenientes, no cabe duda que brindar soluciones de inclusión financiera puede llevar al sector a su máximo potencial, incorporando tecnología, elevando la productividad, generando riqueza y potenciando el desarrollo.
Por Agustina Izurieta - Agrofy agency