viernes, 1 de julio de 2016

“Silera INTA”
Una Cebada que produce forraje de calidad 
El INTA Bordenave presentó un nuevo cultivar de cebada granífera de ciclo intermedio, que tiene un alto potencial de rendimiento de granos y materia seca. Ideal en planteos de suplementación y confección de reservas forrajeras, representa un aporte tecnológico para modelos intensivos de carne y leche. 
El INTA Bordenave –Buenos Aires– presentó un nuevo cultivar de cebada granífera de ciclo intermedio. Recientemente inscripto en el registro de cultivares del INASE (Instituto Nacional de Semillas), Silera INTA se destaca de variedades similares por el alto potencial de rendimiento de granos, producción de materia seca digestible y resistencia a enfermedades. Un aporte para aumentar la productividad y estabilidad de las producciones ganaderas. 
Fernando Giménez, especialista en mejoramiento genético de cereales y oleaginosas, se refirió a la importancia de este tipo de cultivares invernales en los sistemas de producción de carne y leche: “Silera INTA posee características que la convierten en una de las principales y mejores opciones al momento de elegir un cultivar en planteos de suplementación y confección de reservas forrajeras como son los silajes de planta entera”. 
Las abundantes precipitaciones registradas en las últimas campañas retrasaron la cosecha de los cultivos de verano y la siembra de verdeos de invierno por lo que la confección de reservas forrajeras se vio resentida. “Muchos lotes se encuentran saturados debido a un ascenso del nivel freático y a la inexistencia de un cultivo –durante el inverno y la primavera– que absorba el agua”, expresó Giménez quien aclaró: “En este contexto, la confección de silajes de planta entera de cultivos de invierno es una alternativa válida para solucionar en parte estos inconvenientes”. 
En los sistemas de producción intensivos de carne y leche “especies como la cebada y la avena se destacan al momento de realizar reservas, como son los silajes de planta entera, por la excelente calidad forrajera, que se traduce en una mayor cantidad de materia seca digestible por hectárea en comparación con trigo, centeno y triticale”, explicó Giménez. 
Federico Moreyra, investigador del Grupo Mejoramiento y Calidad Vegetal y uno de los obtentores del nuevo cultivar, destacó la importancia de contar con un nuevo cultivar: “Esta variedad contribuye al aumento de la producción y calidad de las reservas forrajeras y, además, aporta estabilidad a las explotaciones ganaderas de manera sustentable ya que es tecnología incorporada a la semilla”. 
De acuerdo con Moreyra, el nombre asignado a esta variedad –Silera INTA– pone de manifiesto su gran capacidad para producir biomasa de calidad. En un ensayo comparativo de rendimiento, en el cual se incluyeron cebadas graníferas, forrajeras y cerveceras, se evaluaron parámetros productivos dos meses después de confeccionados los microsilos.
“Al combinar la productividad con el porcentaje de digestibilidad de la materia seca comprobamos que Silera INTA produjo 2.000 kilogramos de materia seca digestible por hectárea más que Scarlett –cultivar similar–”, explicó Moreyra y agregó: “Esto significa una oferta de un 22 % más de alimento al momento de planificar una alimentación”. 
Durante las últimas tres campañas, la nueva variedad demostró tener un mayor potencial de rendimiento en grano que los cultivares de cebada cervecera más sembrados en el país. “En promedio, Silera INTA obtuvo un rendimiento de 6,357 kilogramos por hectáreas mientras que el rendimiento promedio de Andreia, por ejemplo, fue de 6,111 kilos”, comparó Moreyra. 
En cuanto al aspecto sanitario, presenta un muy buen comportamiento frente a las principales enfermedades: es tolerante a mancha borrosa –ocasionada por Bipolaris sorokiniana–, moderadamente tolerante a mancha en red –ocasionada por Dreschlera teres– y roya de la hoja –ocasionada por Puccinia hordei–. 
“Este excelente comportamiento sanitario permite disminuir los costos de producción al reducir la aplicación de fungicidas, siempre y cuando no existan ataques muy severos, lo cual es beneficioso en términos de impacto ambiental”, resaltó Giménez.
Asimismo, ambos especialistas destacaron la gran tolerancia al vuelco y excelente tolerancia a frío en estado vegetativo. Las fechas de siembra óptimas comprenden desde el 10 de junio al 10 de julio, en la región pampeana norte, y desde el 25 de junio al 20 de julio, en la región pampeana sur.