martes, 26 de julio de 2016

Sogueros y plateros en Palermo 
Dos oficios para conocer a fondo las herramientas del campo en la Expo Rural 
Durante la 130° Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional, el campo brilla en Palermo con su arte y pilchas criollas. Detrás de cada creación, hay maestros artesanos que demuestran su técnica, habilidad y dedicación. 
Para conocer algunos oficios muy ligados a la vida rural, dos expertos contaron sus experiencias, los procedimientos y virtudes de su actividad, y los placeres que genera el trabajo artesanal. 
Mario Eyherabide tiene 55 años y es soguero. Realiza lazos, cintos, carteras y juegos de cabeza para caballos. Hace cuatro años que expone en La Rural, y otros 16 que trabaja con sogas. 
Diariamente utiliza cuero vacuno para sus productos. Para Mario, "el mejor cuero es el de la raza Shorthorn". Y explicó paso a paso el procedimiento: "Primero se lonjea con un cuchillo grande y sumamente filoso; el segundo paso es el sobado, donde se ablanda el material con el método de vueltas con rueda o con alambre; en tercer lugar, se usa una maceta donde se enrolla el cuero y se golpea con un taco de madera pesada. Después se pasa por una mordaza para estirar la pieza y plancharla". Igualmente, Eyherabide detalló que en el procedimiento también se suele usar grasa animal cuando el material lo requiere. 
Para hacer una rienda, "hay que partir la soga en tiras y luego coser a mano", sostuvo el soguero y aclaró que existen diversas costuras, de 1 a 20 tientos. Para las trenzas se usan lonjas de potro, recomendables para trabajos finos. "Hay infinidad de trenzas redondas y chatas", señaló Eyherabide, y agregó que también se colocan apliques de plata, hierro o metal. 
"Un juego de cabeza sencillo -con rienda, cabezada, bozal, cabestro y manea- me lleva un mes", afirmó el experto y relató que, en su mayoría, los trabajos se realizan por encargo y el cliente combina sus gustos con el soguero. 
Consultado sobre las sensaciones que le despierta su oficio, Eyherabide confió: "Genera placer y ansias de ver el trabajo terminado. Esta actividad sirve de terapia", subrayó y los relacionó con los años en que debió afrontar un problema de salud y se abocó casi exclusivamente a su oficio. "Es una actividad artística, totalmente artesanal; no hay máquina que lo reemplace", aseguró Eyherabide, quien hoy trabaja en una estancia en General Lavalle y dicta clases a diez alumnos en el museo de la ciudad. 
Una pasión de plata 
Otro caso digno de admirar es el de Diego Solís. Es platero, tiene 33 años y de San Antonio de Areco. Hace diez años que trabaja en platería y cinco que expone en la muestra del campo en Palermo. "Es una actividad relacionada con nuestras costumbres, muy noble y que da muchísimo placer", definió Diego. 
Su oficio comienza con la granalla que son las pepitas de plata que posteriormente se fundirán para formar un lingote. De acuerdo al producto que se deba confeccionar, se lamina con un espesor determinado. "La laminadora, para compararlo, es como una Pastalinda", explicó Solís y dijo que, tras varias pasadas, el material se endurece por lo que necesita ser recocido para ablandarlo nuevamente. Para el cincelado, ya en frío, se usa cincel y martillo para moldear o desgastar el material aplicando algún diseño. El platero declaró que el tiempo para un trabajo es relativo. "Un cuchillo puede llevar desde dos semanas hasta dos meses", contó, y reveló que el 80 o 90% es trabajo por encargo.
Solís tiene el taller en su casa y realiza mayormente platería criolla. Para quienes deseen comenzar con la actividad recomienda realizar cursos, pero sobre todo, "que les guste" el oficio.