En Buenos Aires
Rindes en soja y maíz podrían caer 30% por la sequía
Las últimas lluvias fueron inferiores a las previstas y resultaron insuficientes para el 70% del campo bonaerense. Datos de Federación Agraria y de CARBAP.
Los campos de la provincia de Buenos Aires están afectados por una extendida sequía que se produce en el momento crítico en que se definen los rindes de los cultivos de soja y maíz.
“Por el estrés hídrico se están produciendo floraciones demasiado tempranas en la soja de primera. En la de segunda hay productores que ante la incertidumbre climática deciden no sembrar. En el maíz también hay un impacto porque están creciendo los choclos que, en un tercio de la superficie, no tienen grano por falta de lluvias”, relató el productor agropecuario y dirigente de la Federación Agraria, Jorge Solmi.
El panorama lo completó apuntando que el escenario “es grave: sembramos esperando un margen de ganancias muy estrecho y si los rindes están por debajo de lo previsto la situación se va a complicar”.
“Esta es la época en que en la zona maicera empezamos a comer los choclos”, graficó Solmi.
La razón es que en muchos de las mazorcas que por estos días sacan de las plantas el grano es discontinuo y cubre hasta un tercio menos de la superficie.
Esta es una de las formas en las que impacta la sequía que castiga a buena parte de la Provincia de Buenos Aires y que podría hacer mermar hasta un 30% los rindes de la soja y el maíz y afectar también la ganadería en plena época de rodeos de cría y servicio, provocando además una caída en la tasa de preñez.
Esta es una de las formas en las que impacta la sequía que castiga a buena parte de la Provincia de Buenos Aires y que podría hacer mermar hasta un 30% los rindes de la soja y el maíz y afectar también la ganadería en plena época de rodeos de cría y servicio, provocando además una caída en la tasa de preñez.
Mazorcas con menos granos
“Con una buena cosecha salíamos empatados o ganábamos un poco. Si se extiende la sequía, seguro va a haber pérdidas”, advirtió el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, Matías de Velazco.
Aunque la preocupación en el campo crece , todavía se hace difícil cuantificar la dimensión de los daños causados por la falta de lluvia, tanto como determinar con certeza el área afectada.
En ese sentido, definir un mapa de la zona en la que la falta de lluvias impacta con más fuerza se dificulta, porque las últimas precipitaciones fueron desparejas, y mientras algunas zonas recibían suficiente agua para seguir adelante con los cultivos sin mayores sobresaltos, otras notaron que las lluvias anunciadas para el fin de semana anterior no resultaron suficientes.
Los pronósticos habían previsto entre 40 y 50 milímetros, pero en el 70% de la Provincia cayeron menos de 30.
El noroeste y el centro-norte bonaerense aparecen como las zonas más afectadas por la falta de agua, pero la seca tambien golpea a zonas del sur y aún a áreas ganaderas de la costa, según CARBAP.
El noroeste y el centro-norte bonaerense aparecen como las zonas más afectadas por la falta de agua, pero la seca tambien golpea a zonas del sur y aún a áreas ganaderas de la costa, según CARBAP.
Esto incrementó la preocupación de los productores, ante una situación climática que comenzó a manifestarse en la segunda mitad del año pasado y que se agrava cada vez más.
Para empeorar el panorama, los pronósticos meteorológicos no son optimistas: indican que en la reducción de las precipitaciones pesa el fenómeno de La Niña, que se traduce en la Región en lluvias por debajo de lo normal. Y estiman que se hará sentir por lo menos hasta el mes de marzo.
Para empeorar el panorama, los pronósticos meteorológicos no son optimistas: indican que en la reducción de las precipitaciones pesa el fenómeno de La Niña, que se traduce en la Región en lluvias por debajo de lo normal. Y estiman que se hará sentir por lo menos hasta el mes de marzo.
“Si eso pasara sería terrible para las producciones. La afectación de los cultivos y de la ganadería sería enorme y representaría un impacto no sólo para los productores, sino para el país”, agregó de Velazco.
Por lo pronto, los agricultores tienen esperanzas de que algunas lluvias abundantes permitan recuperar aquellos cultivos más resistentes, sobre todo la soja.
Aún si las lluvias se normalizaran hoy mismo, el impacto de la seca sería igualmente fuerte en la cosecha temprana de maíz -la que se siembra a partir de setiembre- y aún en la de soja. De hecho, los números manejados por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la estimación de siembra de soja disminuyó en 100.000 hectáreas en la Provincia. Si esa previsión se concreta, el área total donde se siembre la oleaginosa será 6,2 por ciento menor este año que en la campaña anterior.
Al mismo tiempo, las floraciones tempranas causadas por la combinación de alta temperatura y falta de agua en el maíz y la soja que ya están sembrados, determinarían pérdidas en los rindes que, algunos calculan, podrían alcanzar al 30%.
Esta situación, sumada a la de una cosecha fina que tuvo rindes de normales a buenos pero una muy baja rentabilidad, dibujan un panorama complicado para el campo durante 2018, según describe Matías de Velazco desde CARBAP.
Economía agraria
Uno de los indicadores de que el actual período productivo está signado por la cautela es el movimiento de los pueblos, según coinciden en afirmar tanto desde CARBAP como desde la Federación Agraria Argentina.
“La economía de los pueblos se empieza a ralentizar y eso se nota. Algunos indicadores que ya se perciben son la reducción del movimiento de vehículos y la cautela del productor que no invierte, no renueva maquinaria y prefiere esperar”, dice Matías de Velazco.
Para Solmi, “los eneros de Pergamino no son como los de las grandes ciudades, donde todo el mundo se va de vacaciones y las calles se quedan vacías. Al contrario, normalmente hay mucho trabajo y movimiento, aunque este año parece ser la excepción. No hay tanto movimiento. Los productores se muestran cautos”, afirma el productor y dirigente pergaminense.
Más allá de la sequía propiamente dicha, la disminución de las lluvias preocupa a los agricultores por otra razón: para zonas que durante 2017 estuvieron sometidas a inundaciones y hoy les falta agua, se estima que ese grado de viariabilidad climática puede afectar la productividad de los suelos por el fenómeno de la salinización.
Al mismo tiempo hay otros dos factores que la combinación de calor y falta de agua también favorecen y que ya han motivado advertencias de organismos como la Bolsa de Cereales de Rosario.
Uno de ellos es el de las plagas, como la arañuela roja, considerada “dura” para el cultivo de soja y que se ve favorecida por las escasas lluvias, el calor intenso y los vientos de superficies.
Otro es el peligro de los incendios, que crece con estas condiciones climáticas. Para evitarlos se recurre a construir picadas, lo que dispara todavía más los costos de producción.
Por todos estos factores, en un momento crítico para definir los rindes de la campaña, los productores viven estos días pendientes del clima. A la espera de una lluvia importante que traiga, por fin, el alivio. (NAP)
Al mismo tiempo, las floraciones tempranas causadas por la combinación de alta temperatura y falta de agua en el maíz y la soja que ya están sembrados, determinarían pérdidas en los rindes que, algunos calculan, podrían alcanzar al 30%.
Esta situación, sumada a la de una cosecha fina que tuvo rindes de normales a buenos pero una muy baja rentabilidad, dibujan un panorama complicado para el campo durante 2018, según describe Matías de Velazco desde CARBAP.
Economía agraria
Uno de los indicadores de que el actual período productivo está signado por la cautela es el movimiento de los pueblos, según coinciden en afirmar tanto desde CARBAP como desde la Federación Agraria Argentina.
“La economía de los pueblos se empieza a ralentizar y eso se nota. Algunos indicadores que ya se perciben son la reducción del movimiento de vehículos y la cautela del productor que no invierte, no renueva maquinaria y prefiere esperar”, dice Matías de Velazco.
Para Solmi, “los eneros de Pergamino no son como los de las grandes ciudades, donde todo el mundo se va de vacaciones y las calles se quedan vacías. Al contrario, normalmente hay mucho trabajo y movimiento, aunque este año parece ser la excepción. No hay tanto movimiento. Los productores se muestran cautos”, afirma el productor y dirigente pergaminense.
Más allá de la sequía propiamente dicha, la disminución de las lluvias preocupa a los agricultores por otra razón: para zonas que durante 2017 estuvieron sometidas a inundaciones y hoy les falta agua, se estima que ese grado de viariabilidad climática puede afectar la productividad de los suelos por el fenómeno de la salinización.
Al mismo tiempo hay otros dos factores que la combinación de calor y falta de agua también favorecen y que ya han motivado advertencias de organismos como la Bolsa de Cereales de Rosario.
Uno de ellos es el de las plagas, como la arañuela roja, considerada “dura” para el cultivo de soja y que se ve favorecida por las escasas lluvias, el calor intenso y los vientos de superficies.
Otro es el peligro de los incendios, que crece con estas condiciones climáticas. Para evitarlos se recurre a construir picadas, lo que dispara todavía más los costos de producción.
Por todos estos factores, en un momento crítico para definir los rindes de la campaña, los productores viven estos días pendientes del clima. A la espera de una lluvia importante que traiga, por fin, el alivio. (NAP)