De nuestra edición gráfica
Se realizó el lanzamiento oficial de Myl, el primer espumante pringlense y dialogamos con Carlos Bertola. El Presidente de La Catalina S.C.A. nos cuenta desde el inicio el desafío de producir en Coronel Pringles un vino espumante.
Con las sierras de Pillahuinco como fondo natural, a unos 15 kilómetros de Coronel Pringles, en el establecimiento La Catalina, hace algo mas de cuatro años nació un proyecto tan innovador como exitoso de Carlos María Bertola, presidente de La Catalina S.C.A., junto al trabajo del enólogo Ruben Sfragara, del Ingeniero Agrónomo Manuel Torres Andrade, y un grupo importante de colaboradores.
Fue en noviembre de 2010 cuando se inclinaron por la plantación de una viña experimental en un clásico establecimiento agrícola-ganadero del sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Allí, en un terreno enclavado en las sierras de Pillahuinco, a 300 metros sobre el nivel del mar y a una latitud de 38° Sur nacía un gran desafío para un grupo de personas.
Al ser una zona de clima bastante frio y ventoso se debía estudiar que tipos de variedades habría que plantar y que tipo de producto podría resultar de calidad.
“Se decide entonces por un espumante método tradicional o champenoise, como Champagne en Francia o Cava en España o Franciacorta en Italia y por lo tanto las variedades eran Chardonnay y Pinot Noir” destacó Carlos María Bertola, propietario de la Bodga La Catalina.
“Estas son dos variedades de ciclo corto, una blanca la primera, y la segunda tinta que se puede vinificar como blanco o tinto” resaltó recordando paso a paso como fue evolucionando el proyecto.
El Ingeniero Agrónomo Manuel Torres Andrade, es de Buenos Aires, vive actualmente en Sierra de la Ventana. Por un tiempo trabajó en Saldungaray y ahora se sumó al proyecto de La Catalina.
Bertola dijo que “se implantaron cien filas de Chardonnay, cincuenta de Pinot Noir y además como no probar el famoso Malbec y plantamos otras 100 filas de este. En total casi tres hectáreas con 15.000 plantas que trajimos especialmente de Mendoza” resaltó al tiempo que comentó que “se instaló riego por goteo al viñedo para la implantación y se lo deja en caso de necesidad extrema para producción, tratando de no regar mas desde el tercer año”.
Luego de todo el desafío, se logró llegar al primer gran momento. “La primer cosecha o vendimia se realizó en marzo del 2013 con un resultado sorprendente en cuanto a calidad de la uva, sobretodo en las variedades Pinot Noir y Chardonnay” destacó.
Allí comentó el trabajo ya que se vinificaron el Chardonnay (82 %) y el Pinot Noir (18 % ) juntos para hacer un vino base para espumante en Bodega Saldungaray. “Después de seis meses se embotelló con el agregado del Licor de Tirage, incluídas las levaduras que hacen que se formen las burbujas, se mantuvo a temperatura constante cercana a los 16 grados por 13 meses para que adquiriera complejidad, perlage y aromas propios de un espumante importante” comenta orgulloso de cómo fue tomando forma la parte final de un ansiado proyecto que tuvo sus resultados en poco tiempo.
“En la segunda semana de enero de 2015 se realizó el famoso deguello, donde después de pasar cada botella por los pupitres como lo establece el método champenoise. Allí se juntan las borras en el pico y se puede eliminarlas dejando el vino límpido y transparente para después tapar con corcho y asegurar con bozal. Se le realizó el agregando de Licor de Expedición, decisión importante y definitiva del Enólogo Ruben Sfragara, mendocino y experto en espumantes” argumentó.
Todo fue pensado, parece que en la bodega todo se cuidó en cada paso de la elaboración. Desde el cultivo de la vid, pasando por la guarda de los vinos hasta el momento de su comercialización, fusionando lo mejor de la elaboración artesanal y el uso de nuevas tecnologías, apropiadas para la obtención de un producto de calidad.
El espumante lleva comercialmente el nombre de Myl, iniciales de los nombre de los hijos de Bertola. Myl es un espumante Rosé Extra Brut, método Champenoise, producción 2013 con un tiempo de contacto sobre borras de 13 meses.
“El mes que viene estaremos embotellando el Malbec que reposa en barriques de roble desde hace 15 meses” anuncia con emoción Bertola mirando al futuro.
Bertola destaca también el trabajo de varias personas en el proyecto desde el capataz de campo Américo Schmidt, el encargado de viña, ayudantes, personal especializado en espumante, de bodega, o diseñadora. “Creo no equivocarme, en cada botella pusieron su sello no menos de 25 personas sin incluir la construcción de la viña” señala orgulloso Bertola.
La presentación de Myl
Luego de un recorrido por el lugar con una gran belleza, se paso a un amplio quincho, donde se había preparado una gran mesa de quesos y fiambres, para ser degustados junto al nuevo vino espumante Myl.
Durante la presentación Carlos María Bertola destacó: “Esta es un pre-presentación que se realiza en Coronel Pringles, para que la gente de la zona conociera lo que se está haciendo desde la bodega La Catalina, y lo que ha logrado con el exquisito vino espumante Rose Extra Brut “Myl Colores”, con método tradicional. Es un proyecto familiar. Arrancamos con ingeniero agrónomo Manuel Torres Andrade que empezó a trabajar en Saldungaray (donde lo conocí ). Cuando vine a Pringles, a éste campo, siempre tuve la ilusión cuando vi el clima, el ambiente, vi la posibilidad de hacer algo interesante y de mucha calidad, como un viñedo”.
“Habiendo circulado por el mundo y viviendo en Italia, que en cada lugar como estos, había viñedos, al igual que en Francia, y España y no lo dudé. Estábamos seguros lo que buscábamos, pero era difícil hacer los primeros pasos” admitió al tiempo que comentó que “tenemos un enólogo reconocido internacionalmente, que puso todo su empeño y su fuerza para lo que va a hacer luego el producto que hoy van a probar”.
Además de agradecer a los amigos y colegas de Bodega Saldungaray dejo “un agradecimiento muy grande a la gente que trabaja acá en el campo, a Américo, a Vilma, a Raymundo, que sigue la viña, y a toda la gente que creyó en este proyecto”, enfatizó.
Sobre el cierre admitió: “Como van a ver en la etiqueta, está dedicado a nuestros hijos, a las generaciones futuras, porque apostamos al futuro de la zona, del país. Pero hoy, quiero regalarles la primera muestra a mis padres”, remarcó para sostener que “toda nuestra familia está muy entusiasmada con este proyecto, mi mujer Mónica y mis hijos Matías de 19 años y Lucas de 12”.
Mas datos
La Catalina esta ubicada en el distrito de Coronel Pringles, a escasos 15 km. del casco urbano y enclavado en las sierras de Pillahuinco, una zona serrana que cuenta con 2350 hectáreas. Bertola nos comentó que “producimos en agricultura Trigo, Cebada, Avena, Maíz, Girasol, Soja y Sorgo; todo en siembra directa”.
Admitió además que en ganadería poseen “dos rodeos de cría, uno de parición primavera y otro de otoño que se manejan en sierras, pasturas y pastoreo de rastrojos”.
Como dato de color la diversificación es una constante. “También tenemos 2 manadas de cría de caballos para polo. Hasta probamos plantando un olivar de 4 hectáreas con 1.200 plantas pero allí con un clima demasiado frio no nos esta dando resultado positivo” sostiene en la charla.
Además Carlos María nos tiró una noticia especial: “Desde este invierno una parte cercana al 40 % de la superficie del campo pasará completamente a hacer agricultura y ganadería orgánica. Todo un desafío” explica Bértola con quien seguramente habrá tiempo para seguir conversando sobre el tema.
La familia
“En realidad soy cordobés, mi mujer italiana y mis dos hijos también aunque con doble ciudadanía por convicción de ellos. Se llaman Matías y Lucas, de acá el nombre del vino al que le agregamos la palabra colores porque cada color debe representar un vino distinto en el futuro y los miles de colores del campo, sobre todo de este campo medio serrano y movido”.
“Mi familia es oriunda de Coronel Suarez, yo administraba campos en 25 de Mayo y decidimos acercarnos a Suarez y así llegamos a Pringles” comenta contando su historia familiar.
“Llegamos en el 2006, apenas empezamos a trabajar este campo y habiendo conocido zonas en el mundo con tipo de ambiente y clima parecidos, me parecía que una viña en este lugar era una buena manera de probar algo nuevo, arriesgado pero innovativo y que me entusiasmara. Entonces me puse a estudiar el tema, hice cursos de sommelier, leí todo lo que encontré sobre enología, vinos, terroirs, agronomía en cultivo de la vid, fui a exposiciones de viticultura, recorrí bodegas, viñas y finalmente, después de bochar un proyecto bastante grande en el 2008 en parte por la crisis de esos años, en octubre de 2010 decidimos probar con una plantación experimental de tres hectáreas” comenta del camino transitado.
Allí muestra su empeño en el tema: “En noviembre teníamos la viña terminada, nadie nos creía pero así fue. Así empezamos y hoy tenemos el primer producto después de 4 años y medio” admite orgulloso en el cierre de una larga charla donde momento a momento aflora la pasión con la que afronta cada paso en La Catalina.