La exportación espera alicientes
por Ignacio Iriarte
Si no hay un cambio drástico en el valor del dólar o en el nivel de retenciones a la exportaciones, por ahora lo único que puede esperarse es que la industria exportadora continúe con el costoso proceso de adaptación a vender todo lo que se pueda al mercado interno, mercado que al menos reconoce el valor pagado por el novillo.
Del lado de la exportación de carne vacuna, no puede esperarse para el año próximo grandes variantes. En los últimos tres años, el crecimiento incesante de los precios internacionales moderó el efecto negativo de la caída del tipo de cambio real para la carne, muy afectado por varios años de 25 por ciento inflación y sólo seis a siete por ciento de devaluación.
Hoy se entregan registros de exportación (ROE) con relativa fluidez y se ha distribuido la cuota Hilton “temprano”, pero persisten las retenciones y la “barata” opera como una retención adicional a la exportación.
Con este tipo de cambio y con estas retenciones, nuestras carnes no son competitivas, valiendo nuestro novillo entre 30 a 35 por ciento en dólares más que en Brasil.
Si no hay un cambio drástico en el valor del dólar o en el nivel de retenciones a la exportaciones, por ahora lo único que puede esperarse es que la industria exportadora continúe con el costoso proceso de adaptación a vender todo lo que se pueda al mercado interno, mercado que al menos reconoce el valor pagado por el novillo.
El mercado internacional sigue creciendo, al punto que para el año próximo el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda) calcula un volumen comercializado cercano a los nueve millones de toneladas, 550 mil toneladas más que en 2012. Mientras que el precio FOB promedio de los principales países exportadores sigue manteniéndose en muy altos niveles.
En la crisis de 2008-2009, el precio internacional de la carne cayó 40 por ciento; en los años subsiguientes recuperó lo perdido y en los últimos doce meses ha caído sólo cinco por ciento.
Con una perspectiva histórica, los actuales precios internacionales de la carne son muy buenos, ubicándose un 150 por ciento por encima de los correspondientes a siete años atrás.
El problema no es el nivel de la demanda internacional de carne bovina, ni los precios internacionales; el problema es que pese a las condiciones tan favorables no somos competitivos. La inflación desatada a partir del 2007 se comió el tipo de cambio “alto y competitivo”.
En septiembre, nuestro país exportó sólo 13.400 toneladas res con hueso, con sólo 1.500 toneladas de Hilton. Esta evolución marcaría que en los primeros tres meses del año Hilton 2012/2013 se viene embarcando sólo el 50 por ciento de lo necesario para cumplir en tiempo y forma con la cuota anual.
Fuera de este cupo, hay reducidos volúmenes embarcados a Israel, Chile y Rusia, y lo demás es irrelevante. En lo que va del año se embarcaron sólo 6.500 toneladas de carnes termoprocesadas, lo que representa 56 por ciento menos que el año anterior.
Cuota “481”
Uruguay exportó en el trimestre julio-septiembre unas 1.259 toneladas a través de la cuota 481 de carne de feedlot . Lo hizo a un valor FOB promedio de 9.084 dólares por tonelada.
En esta cuota, que hoy es de unas 48 mil toneladas anuales, el vecino país participa con un 18 por ciento de la oferta, estimándose que por la carne uruguaya se paga un 10 por ciento menos que la carne procedente de Estados Unidos.
En esta última semana se estimaba que el conjunto de cortes (unos 14) procedentes del Uruguay se estaba pagando alrededor de 9.500 dólares por toneladas, considerándose que se utilizan unos 90-100 kilos por novillo, lo que hace especialmente atractiva para la industria.
Si bien se mantiene en reserva, ha trascendido que los frigoríficos pagan por el novillo pesado de feedlot apto para la cuota entre 10 y 14 por ciento más que el novillo Hilton. (Fte.: La Voz del Interior)