jueves, 15 de noviembre de 2012

Las metas PEA, un mito que es empujado por la realidad 
por Rubén Ferrero, presidente de CRA 
Como se sabe el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial, PEA, fue diseñado con el fin de constituir una visión del sector agropecuario a mediano plazo (2020). Entre sus objetivos planteados está el de lograr una fuerte inserción de la Argentina en las cadenas globales de valores, promoviendo el arraigo a la tierra y una nueva ruralidad. 
Ahora la pregunta que sale de la realidad que vive el sector es: ¿Cómo no compartir plenamente desde CRA el espíritu del Plan? No obstante habiendo transcurrido más de un año de su lanzamiento oficial y más de dos y medio de trabajo, los resultados alcanzados obligan a reflexionar acerca de las políticas agropecuarias aplicadas. Por cierto la factibilidad de cumplir con las metas PEA es cada vez menos probable teniendo en cuenta el dormido ritmo de crecimiento alcanzando durante los últimos 5 años. 
Sobre la producción de granos 
En granos el Gobierno establece que la Meta PEA a 2020 es de 157,5 millones de toneladas. Se parte de la base de los 100 millones alcanzados en el 2010 (un año que superó el promedio de la producción de granos de los ciclos 2008-2012 de 85,2 millones de toneladas). Lo que tiene implícito un crecimiento de 58%, es decir un crecimiento anual promedio de 5,8%. Si suponemos que la producción de granos mantendrá el crecimiento promedio de las últimas 5 campañas, la producción en 2020 será de 119 millones de toneladas. Lejos nos encontramos, entonces, de las 157,5 propuestas por el PEA. 
Sobre el sector lácteo 
A la hora de analizar la meta de la producción láctea es necesario tener en cuenta que los productores tamberos argentinos se encuentran en una situación muy compleja, con precios de venta pisados desde hace casi dos años y costos crecientes motivados por la sostenida inflación. El resultado ha sido el estancamiento productivo del sector: desde 2005 la producción no ha tenido crecimiento significativo. 
Si se proyecta a 2020, teniendo como base el crecimiento promedio de los últimos 5 años, la producción en 2020 va a ser ligeramente superior a la actual (crecimiento anual: 0,02%). Si se mantienen constantes las políticas implementadas hasta la fecha, resulta casi imposible alcanzar los 18 mil millones de litros de leche propuestos por el PEA. 
Producción bovina 
La evolución de stock y producción ganadera son sin dudas el caso testigo de los resultados que tienen las políticas agropecuarias distorsivas. El stock vacuno ha descendido de 56 millones de cabezas hasta 47 millones en los últimos 5 años. Si bien el PEA propone una producción ganadera de 3,8 millones de toneladas resulta cuanto menos difícil concebir tal número en un contexto de decrecimiento y contracción. Por lo tanto si se mantiene el crecimiento promedio de los últimos 5 años, la producción en 2020 sería de 1,9 millones de toneladas lo que equivale a la mitad de la meta PEA.
Un balance del primer año del PEA 
Los resultados alcanzados tras el primer año del “Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial” son contundentes. Lejos nos encontramos de embarcarnos en el sendero de crecimiento potencial propuesto en sus páginas. Para ello es imprescindible un cambio de rumbo contundente en las políticas de Estado. 
Los derechos de exportación (DEX), las restricciones o prohibiciones de exportaciones y la introducción de mecanismos de regulación de precios, conjuntamente con una considerable suba de la presión impositiva, potenciada por el incremento de los impuestos inmobiliarios en algunas provincias, son herramientas de política económica claramente contrarias a la incentivación de la producción. Por lo tanto la inversión tiene resultados opuestos. Las políticas contradictorias impulsadas por el Gobierno apuntan claramente a no incentivar la inversión y el crecimiento del interior del país. A poco más de un año del lanzamiento de las metas del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial aquello de la “equidad distributiva y la seguridad alimentaria” quedó guardado en los cajones del gasto público y el déficit fiscal.