El cambio climático y la capacidad de adaptar los sistemas de producción ganadera
Las altas temperaturas que se registraron durante la primera etapa de la época estival, afectaron seriamente la producción agrícola y ganadera. Si bien según el Ministerio de Asuntos Agrarios las lluvias de los últimos meses pueden restablecer el estado de humedad de los suelos y gracias al descenso de la temperatura, recuperar el confort animal, el clima ha sufrido modificaciones relativamente rápidas y las temperaturas globales siguen aumentando.
El sistema de producción animal, el cambio climático y la sanidad animal están evidentemente relacionados entre sí. Los distintos sistemas de producción animal influyen sobre el cambio climático (Emisión de gases, contaminación ambiental, etc.). Por su parte, el cambio climático influye sobre la ganadería al afectar las condiciones en que se desarrolla la actividad: la producción de forraje y la salud animal y los impactos sobre la totalidad del sistema productivo están siendo cada vez más notorios.
Se ha podido observar, en el último tiempo, una mayor posibilidad de inundaciones y eventos de sequía debido al espaciamiento entre los episodios de lluvia. Es decir que llueve todo junto, se producen inundaciones y sobreviniendo luego períodos sin lluvias que se convierten en largos periodos de sequía. En este marco, las actividades de producción animal se verán afectadas debido a que del clima depende, en gran medida, el porcentaje de preñez, el desarrollo adecuado de los terneros y la sanidad de los rodeos.
Estos cambios también modifican la calidad y la cantidad de alimentos disponibles, los requerimientos de agua, la energía y su uso.
Los animales hacen frente a las condiciones climáticas mediante la modificación de mecanismos fisiológicos y de su comportamiento para mantener, entre otras cosas, su temperatura corporal dentro de los rangos normales. Como consecuencia, se producen alteraciones en el consumo de alimento, comportamiento y productividad. Estos cambios se acentúan bajo condiciones extremas de frío o calor, implicando drásticas reducciones en los índices productivos, tales como tasa de ganancia de peso, actividad reproductiva y producción diaria de leche.
Como se evidencia, la interacción entre animales y medioambiente es compleja y aún falta mucho desarrollo en el estudio de los efectos que el clima tiene sobre la salud y desempeño productivo de los animales. Hay que remarcar que el cambio climático no solo afecta a la producción, sino que principalmente puede afectar la salud de los animales por la emergencia de nuevas enfermedades infecciosas, muchas de ellas transmitidas por vectores dependientes de esos cambios en el ambiente. La Organización Mundial de Sanidad Animal OIE) manifiesta que la producción animal es un componente importante de la seguridad alimentaria porque a partir de ella se obtiene leche, huevos, carne y subproductos, que “son parte inherente de cualquier política mundial de seguridad alimentaria. Además, la demanda mundial de estos productos es elevada y tiende a crecer sustancialmente con el aumento de la población y de los ingresos medios por persona”.
Según la OIE la diferencia está en “distinguir entre una producción animal con buenas prácticas y criterios de sustentabilidad ambiental, que genera beneficios múltiples, y una producción animal que contamina las aguas, degrada los suelos, deforesta y erosiona la biodiversidad. Avanzar hacia una ganadería sustentable, que optimice los sistemas, sería pues una respuesta más inteligente que reducir la producción y el consumo de carnes”.
Las respuestas a estos desafíos implican, necesariamente, desarrollar la capacidad adaptativa, no sólo de los agro-ecosistemas sino también de las instituciones. Adaptarse es buscar medidas para reducir los riesgos asociados al clima a la vez de plantear sistemas productivos que permitan incrementar la producción y que sean ambientalmente sostenibles a través de los años. La generación de políticas y estrategias regionales de prevención de enfermedades es necesaria para avanzar en los estudios sobre cambio climático y la aparición de enfermedades.
Los servicios veterinarios deberemos fortalecer y desarrollar capacidades para manejar los riesgos sanitarios incrementados por el cambio climático, con el fin de preservar no solo la salud de los animales, sino también la de todos nosotros. El profesional veterinario es un agente de cambio, y lo es a partir de su conocimiento y de la experiencia de trabajo. Su rol se seguirá reafirmando en la medida que consolide su pertenencia a la comunidad de profesionales de la salud pública.
La situación actual de la ganadería demanda la necesidad de trabajar para generar y tomar conciencia, involucrar a todos los actores de nuestra sociedad y una fuerte decisión política por parte de los gobiernos. Estas decisiones deben implicar la investigación, la formulación y el debate, junto con los médicos veterinarios y demás profesionales, de políticas ganaderas nacionales que busquen la creación de un ambiente favorable para la actividad, que generen una discusión que permita revisar y crear nuevas reglas para normar la producción animal, el procesamiento y la actividad veterinaria en el sector. Esto último debe garantizar la protección de la salud de los animales, a través de la vigilancia, seguimiento del cumplimiento de las normas, control de calidad de los medicamentos, vacunas y planificación de emergencias.
También se debe trabajar en la Inspección y control de los productos para garantizar la inocuidad de los alimentos. Hay mucho por hacer. Estar preparados y prevenir no solo implica ventajas económicas, sino también ambientales y sociales. Es la forma de anticipar el impacto de los cambios climáticos y minimizar las amenazas a los ecosistemas, la salud humana y animal.