viernes, 13 de mayo de 2016

Producir e innovar en Dorrego
Sentir y vivir el campo 
Los emprendimientos olivícolas en la provincia de Buenos Aires tienen la posibilidad de darle un nuevo perfil productivo a las localidades gracias a su complementariedad con otras actividades como el turismo rural. 
Finca La Comarca es un ejemplo de innovación, arraigo y tradición al mismo tiempo. Esta historia transcurre en Coronel Dorrego, al sur de la provincia de Buenos Aires pero tiene raíces que llegan a Sicilia. Allí un chico que apenas había vivido para aprender a caminar se quedó sin padre porque este se fue a trabajar en la construcción a Kenia, entonces colonia inglesa. Cuando estalló la Segunda Guerra mundial los italianos habían quedado del lado equivocado de la línea y pasó cinco años en un campo de prisioneros. Su hijo lo fue a buscar al puerto siciliano con una foto que la madre le había dado para poder reconocerlo.
La familia pasó dos años más en una Italia arrasada por la guerra. A los trece años el chico, que hoy es el padre del protagonista de esta historia, le tocó su primer trabajo en un frantoio, un artefacto conformado por dos ruedas de piedra tiradas por bueyes que circulaban sobre una superficie cónica de piedra. A medida que las ruedas giraban, trituraban las aceitunas que van a convertirse en aceite. La función del chico era palear los desechos que caían por los lados de la superficie de piedra. Al tiempo se fue a Argentina, más precisamente a Punta Alta, no muy lejos de Coronel Dorrego. Allí nació Gabriel Messina, su hijo, que se convirtió en ingeniero electrónico y tuvo éxito en la reparación de instrumental avanzado de aparatos para laboratorios clínicos. 
A Gabriel le fue bien. Formó su familia en Bahía Blanca y tuvo tres hijos. Pero cuando recuerda dice: "Fue genético. Yo iba en la ruta y me paraba a ver los olivares y quería eso". Su padre, que hoy tiene 80 años, no pudo traerse los pocos olivos que su terreno podía albergar pero sí la costumbre del consumo de aceite casi como una identidad. Y así Messina fue sintiendo esa necesidad de conexión con la tierra y probó primero con la ganadería, en sus propias palabras "sin saber ni qué era un ternero".
Pero el ingeniero consiguió que le vaya bastante bien y cuando logró terminar con ese primer ciclo agropecuario convenció a dos amigos que lo acompañen en lo que hoy es Finca La Comarca, un emprendimiento de 25 hectáreas sobre la Ruta Provincial 72, en Coronel Dorrego. La empresa produce aceite de oliva premiado con el Gran Prestigio de Oro y comercializa, en forma complementaria, otros productos hechos en la región como dulce de leche y frutas en conserva. 
Ya pasó casi una década y Gabriel todavía recuerda traer a su padre la primera vez a un terreno que sólo era "palitos", se refiere a los tutores que sostenían las plantas que hoy son olivares de dos metros. "Pintamos juntos de blanco la tranquera que hay en la entrada, hoy me dice que no tengo idea lo que conseguí". Pero sí lo sabe y lo siente cuando este tano sanguíneo se emociona al contar su historia. Y mientras muestra cómo puso su poder de inventiva en la finca: su embazadora fue una creación suya en la que utilizó partes de las máquinas de laboratorio que aun arregla cuando está en Bahía Blanca. Y ese es sólo un ejemplo. Claro, el frantoio ya no es de piedra, es una moderna y mucho más pequeña máquina que viene de la ya también evolucionada Italia.
Y los deseos de mostrar desembocaron en Cosechando Sueños un programa turístico que se desarrolla en el marco de la Fiesta Provincial del Olivo de Dorrego, en abril, época de zafra en la zona. "Le permitimos a la gente ser parte del proceso y se sienten que produjeron algo con las manos", explica. La integración con una comunidad que quiere agregar valor con el turismo y la calidad de sus productos le permitió a esta pyme con reconocimiento en el mercado de alimentos poder abrir la puerta y ser agentes de conocimiento. 
"Acá vienen chicos de colegios también y les encanta. Y está bueno porque a ellos se les puede despertar antes lo que a mí me salió a los 38 años", dice este hombre que parece un soñador pero está conectado a la tierra. Con la complejización de un proyecto que iba tomando forma, Gabriel y sus socios tuvieron que probar con un engranaje financiero más complejo y crearon Finca 2, un proyecto de inversión abierto a nuevos socios que ya comienza a ponerse en marcha. El protagonista de esta historia confía en que comienza a encontrar otros emprendedores que descubren la Agroindustria como lo hizo él. Prueba de ellos es que con uno de los recién llegados planean abrir en los próximos meses un restorán temático referido a la oliva en la ciudad de La Plata. Las ganas de producir e innovar de Gabriel parecen no haber encontrado un techo.