Sigue elevada la presión impositiva sobre el campo
Estiman que hasta un 65% del excedente que genera un establecimiento agrícola es apropiado por el fisco vía sus distintos impuestos.
El agro sigue soportando una pesada carga en materia tributaria, que en combinación con el clima adverso configura un complejo escenario para la producción.
En dialogo con Agrofy News, Juan Manuel Garzón, Economista Jefe del IERAL de Fundación Mediterránea, dejó algunos conceptos que reflejan la actualidad impositiva del sector.
A continuación lo más destacado de la entrevista:
- ¿Sigue pesada la carga tributaria sobre el campo?
El campo sigue afrontando una presión tributaria elevada. Esto sucede debido que el sector, además de los impuestos generales (Ganancias, Débitos y Créditos Bancarios, IVA, Laborales, etc.), paga derechos de exportación, que continúan vigentes para los principales productos del complejo sojero (soja y sus derivados industriales).
Esto último no es un dato menor. Cualquier campo de la región pampeana asigna en promedio el 60%-70% de sus tierras a la soja. Desde hace varios años el área sojera excede al área conjunta de todos los restantes cultivos. Por lo tanto, aplicar un impuesto específico sobre la soja es pegar en la fuente principal de ingresos que tiene la economía rural.
Para tener una referencia cuantitativa de la carga tributaria, nuestras últimas estimaciones indican que entre el 60% y el 65% del excedente que genera un establecimiento agrícola (en condiciones productivas normales) es apropiado por el fisco vía sus distintos impuestos, el resto queda en manos del productor. Desde otra perspectiva, la presión tributaria actual que sufre el sector es equivalente a un esquema donde se aplicase un Impuesto a las Ganancias con tasas del 60% - 65% (Nota: la tasa máxima del Impuesto a las Ganancias en Argentina es del 35%).
- ¿Qué impuestos son los que más afectan a la agricultura?
En el caso de la soja, los derechos de exportación claramente. En el resto de granos, son los impuestos más problemáticos que aún tiene el sistema, Débitos y Créditos Bancarios e Ingresos Brutos (provincial). Se dice que la producción agrícola no está gravada con Ingresos Brutos, es cierto, no lo está directamente en muchas provincias, pero si en forma indirecta, todos los insumos que se compran tienen un componente impositivo de Ingresos Brutos, que no es menor. Y también se paga Ingresos Brutos en ventas inter-jurisdiccionales (por ej. cuando un productor de Córdoba vende directo a una industria o a un exportador de Santa Fe).
- ¿Quién recibe los impuestos que paga el campo?
El sistema tributario argentino evolucionó de forma tal que todos los niveles de gobierno reciben parte de lo que se recauda de casi todos los impuestos nacionales. Esto sucede por la existencia del Régimen de Coparticipación Federal (distribuye impuestos como IVA, Ganancias, etc., entre Nación y Provincias) y por otros fondos de distribución que aplican para impuestos específicos (caso del Fondo Federal Solidario o más conocido como Fondo Sojero, que distribuye lo que se recauda de derechos de exportación sobre los productos del complejo sojero).
Esta forma de estructurar el esquema hace que, una vez establecido un impuesto nacional, sea luego muy difícil sacarlo, debido a que se generan resistencias en todos los niveles de gobierno.
Se da el hecho particular que una provincia productora de granos, por ejemplo Córdoba, reciba sólo $1 de cada $10 de impuestos pagados por un establecimiento agrícola de la propia provincia. Hay $6 que irán a la Nación y $3 a las restantes provincias, por los esquemas de re-distribución antes mencionados. De estos números se puede deducir que la Nación se lleva la tajada más grande, por ende que tiene la mayor responsabilidad en el cambio o reforma del sistema, y también se entiende que los gobiernos de las provincias “no productoras” hayan tenido y tengan pocos incentivos a bajar impuestos sobre el agro pampeano.
- ¿Cómo ves la rentabilidad de la empresa agrícola en esta campaña?
Según nuestras últimas estimaciones la rentabilidad será positiva en términos reales, es decir, la inversión en producción de granos cubrirá la inflación y dejará un excedente. Este excedente será menor al del ciclo anterior (2015/2016) pero mayor al de 4/5 campañas previas. Lo anterior por supuesto bajo condiciones productivas normales. Campos con excesos o faltantes de agua tendrán un ciclo lamentablemente malo, donde el perjuicio económico será directamente proporcional a la brecha que se observe finalmente entre la producción efectivamente lograda y la capacidad productiva de los establecimientos.
Debe advertirse que difícilmente vuelvan las elevadas tasas de rentabilidad que mostrara la inversión agrícola entre los años 2002/2008. El poder de compra interno de los granos no es ni volverá a ser el de aquellos años (el poder de compra del dólar bajó, por ende el de todos los productos dolarizados y es muy poco probable que tenga un repunte fuerte). Y el ciclo de súper precios internacionales de commodities también tiene bajas chances de repetirse. Pero tampoco tendremos rentabilidades negativas como las que se observaron en algunas de las últimas campañas, en particular en el ciclo 2014/2015.
Si el actual gobierno tiene éxito con el plan de estabilización macroeconómica y continúa con la política de baja de impuestos, de realización de obras de infraestructura necesarias para el sector, de apertura de mercados, etc. creo que el escenario futuro es alentador.
- ¿Es el clima adverso y la presión impositiva un combo letal?
Sin dudas. Una de las críticas centrales hacia los Derechos de Exportación es que no distinguen situaciones económicas, un productor pampeano que se vio afectado por adversidades climáticas que redujeron la productividad de su establecimiento, que logró 20 quintales de soja promedio, que no alcanzan para cubrir costos, deberá ceder un 30% de sus ingresos en concepto de derechos de exportación, el mismo porcentaje que pagará un productor de 40 quintales de soja.
La gran ventaja de un impuesto como el Impuesto a las Ganancias (que es el que hay que mejorar y fortalecer) es que justamente está diseñado para distinguir entre casos. Al productor de 20 quintales le hará pagar 0% sino cubre costos, mientras que le cobrará al productor de 40 quintales en función del excedente generado.
- ¿Es un problema para el campo la apreciación del tipo de cambio?
La apreciación del tipo de cambio puede ser un problema para los exportadores, entre ellos el sector agropecuario, en particular aquellos que están más alejados de los mercados, que tienen menos escala y menos “espalda” para defenderse. La historia argentina muestra que períodos de tipo de cambio muy apreciado han sido muy complejos para los exportadores.
Se convierte en un problema crítico cuando un tipo de cambio “fuerte” se combina con otros factores que funcionan mal y que también hacen a la competitividad. Es decir, si dispones de mala infraestructura, de regulaciones innecesarias que te encarecen el costo de servicios críticos (mano de obra, transporte), de impuestos altos, de malos servicios públicos, si tu política comercial es muy pasiva (no abrís mercados, generas nuevos acuerdos), si tu crédito es caro en relación a tu competencia, si no podes acceder a tecnología de punta o bienes intermedios sofisticados por restricciones a la importación, etc., si a todo lo anterior le sumas un tipo de cambio “fuerte”, el combo es explosivo.
Argentina tiene todavía debilidades evidentes en muchos de los factores antes enumerados, por lo tanto sería muy riesgoso que estos convivan con un tipo de cambio apreciado. O se remueven y mejoran lo más rápido posible o el gobierno hace todo lo posible para que el tipo de cambio no le pierda pisada a los restantes precios de la economía.
Por Nicolás Degano | Agrofy News