viernes, 19 de octubre de 2012

Empaste bovino: claves para hacer la diferencia 
Vigilancia constante, prácticas preventivas y un buen manejo de la alimentación y del rodeo son fundamentales para controlarlo. Recomendaciones para evitar mermas en la producción de carne y leche. 
La salida del invierno y entrada en la primavera trae un rebrote rápido de las pasturas con contenido de fibra muy bajo, condición que predispone el empaste. Esta situación, genera trastornos digestivos en los bovinos y representan pérdidas económicas tanto por una disminución en la producción –de leche y carne– como por la muerte del animal. 
Para evitar mermas, Luciano Ginart, especialista del INTA Cesáreo Naredo –Buenos Aires–, brindó recomendaciones técnicas para disminuir los efectos del empaste mediante la prevención y el buen manejo de los rodeos. “El beneficio de elaborar un plan de acción basado en manejo es que tiene muy bajo costo y alto impacto, sobre todo, cuando el productor y su equipo de trabajo planifican con anticipación la manera de prevenirlo con la estrategia más adaptable a su sistema”, expresó Ginart. 
Este momento del año requiere una atención especial en la dieta del ganado. El empaste es una alteración digestiva caracterizada por la distensión del rumen como consecuencia de la acumulación de gas proveniente de la fermentación del alimento. 
Esto se produce por el efecto que la alimentación a base de leguminosas con alto contenido de proteínas e hidratos de carbono como son la alfalfa, el trébol blanco y rojo, provoca al formar espuma en el rumen que es difícil de eliminar por eructación.
De acuerdo con Ginart, “esto produce un aumento progresivo de la presión intraruminal que provoca, en los casos más leves, una disminución del consumo de materia seca y, en los casos graves, puede provocar la muerte del animal por asfixia”. 
Según un relevamiento de los técnicos de esa unidad del INTA, “en la Argentina no hay estudios cuantitativos de las pérdidas económicas que esta enfermedad genera pero se estima que puede ser elevado en función de las cuatro millones de hectáreas sembradas con esas pasturas”. En cambio, “en países como Estados Unidos y Nueva Zelanda se registraron pérdidas directas por 310 y 25 millones de dólares y una caída de un 40 por ciento en la producción de carnes y un 20 por ciento en leche”, señaló Ginart.
El artículo completo en nuestra próxima edición gráfica.