Cómo enfrentar el riesgo forrajero
Un asesor técnico desarrolló una herramienta de cálculo para programar las cargas ante la incertidumbre de la oferta de pastos. Qué proporción de las existencias se deberá retirar en años malos y cuántas reservas extra serán necesarias, son algunos de los datos que brinda para la toma de decisiones.
“Habitualmente, todos calculamos la receptividad de un campo en base a datos promedio de la producción forrajera, sin tener en cuenta la variabilidad interanual. Y esto, de tanto en tanto, nos trae problemas. Por eso, ideamos una metodología para medir los riesgos que implica definir una determinada carga, sea conservadora o agresiva, y poder diseñar estrategias defensivas para enfrentar años negativos”, dijo el Ing. Agr. Gastón Guibelalde, en las Jornada Ganadera de Pergamino 2015 realizada unos días atrás. Y detalló que la herramienta permite “conocer la proporción de existencias que habría que estar dispuesto a descargar cuando disminuye la oferta de pastos y/o la cantidad de reservas extras, más allá de las estacionales, a aportar al sistema”.
Guibelalde es asesor de empresas ganaderas y hace seis años empezó a recibir información satelital del Laboratorio de Teledetección (LART) de la FAUBA sobre el crecimiento de los pastos de uno de los campos que atiende, Taesa S.A, ubicado en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe, que destina unas16 mil ha al ciclo completo.
“Los datos son buenísimos, brindan la cantidad de materia seca, lote por lote, tanto de pasturas como del campo natural, de los últimos 15 años. Pero en la práctica, la variabilidad de la oferta a futuro nos seguía generando incertidumbre”, planteó.
La experiencia
Al principio, Guibelalde asignaba las cargas según la producción promedio histórica, a razón de 1 EV/ 7 ton de MS/año, en el caso de los pastizales. “Con el tiempo nos dimos cuenta de que los lotes que siempre nos traían problemas eran los más variables entre años”, recordó.
En estos lotes, debía programar reservas mucho más importantes e incluso, cuando tocaba algún año negativo, bajar la carga.
“Panificábamos 1 rollo/EV, tampoco podíamos hacer más dentro de la oferta de materia seca del campo, ese era su límite físico. En los años malos, alcanzaba para cubrir algunos rodeos pero en otros era insuficiente”, contó. Además, en los lotes más estables, esa misma cantidad, les hubiese permitido atender una carga mayor.
En síntesis, “el promedio de producción histórica de pasto por EV, es un indicador aproximado para programar la carga, pero nos hacía falta un abordaje más integral”, afirmó.
Riesgo Pasto
Así las cosas, el profesional desarrolló un método de cálculo que además de considerar el historial productivo del lote incluye un análisis de riesgo forrajero. “La propuesta es definir un nivel de riego manejable por el empresario, en función de la magnitud del déficit y su probabilidad de ocurrencia, y luego llevar la cantidad de hacienda a cargar hasta ese valor”, señaló.
Según el profesional, a medida que “nos movemos a zonas marginales, los niveles de riesgo forrajero aumentan”. En tal sentido, la variabilidad de la producción de pasto se incrementa y con ello los déficits a resguardar, además de disminuir la posibilidad de confeccionar reservas.
“Si el déficit potencial a cubrir es alto y se opta por la descarga de hacienda como estrategia ante una emergencia, la planilla permite visualizar hasta qué proporción de la carga podría ser necesario retirar”, subrayó. Esta información, a su vez, posibilita diseñar la relación óptima cría/recría del rodeo que haga operativa la salida, además de planificar con antelación cuál será el destino de esa hacienda.
“Si ocho de cada diez años sobrara el 10% de la carga como máximo, pero el análisis me dice que en dos de cada diez el déficit será mayor, con posibilidades de ser tan grande como el 40%, podría hacer reservas sólo para el 10 % y evacuar el resto llegado el caso.
Para ello, este 30% deberá ser de categorías que se movilicen más fácilmente como la recría”, ejemplificó.
Gestionar el negocio
Una cuestión importante del análisis de riesgo forrajero es que también se puede usar en zonas donde no hay datos del LART. “Hoy en día la información satelital es imbatible. En la pampa húmeda donde no hay estrato arbóreo, es muy precisa y económica. Por eso nuestra propuesta es aprovecharla, pero en áreas donde no la hubiera, se pueden utilizar los datos regionales disponibles y hacer ajustes a las condiciones de cada campo. En estos casos es muy importante el conocimiento de los técnicos locales”, explicó el asesor.
La herramienta, también se puede utilizar a la hora de decidir el arriendo o compra de un establecimiento. “Si me ofrecen dos campos para alquilar, a uno le entra una vaca y al otro media y en el primero me piden 80 kg/carne/ ha y en el segundo 40 kg, en principio parecen negocios equivalentes. Pero no se esta viendo que receptividades semejantes pueden tener riesgos forrajeros muy diferentes, lo que me podría obligar a gastar más plata en un caso que en el otro. Nuestro modelo permite calcular qué descuento debería tener en función de ese riesgo”, aseguró.
Hoy, Guibelalde ofrece servicios a otros técnicos y empresarios para ayudarlos a administrar el riesgo forrajero. “Hice una maestría en negocios donde utilizábamos modelos de simulación para evaluar riesgos financieros y siempre me llamó la atención que en la ganadería, la incertidumbre forrajera, su talón de Aquiles, no se analice como en otras áreas del conocimiento. Por eso, a la hora de planificar un planteo, proponemos incorporar un enfoque de riesgo para tomar decisiones acertadas”, finalizó.
Por Liliana Rosenstein - Editora de Valor Carne