Pasto, la oportunidad para intensificar
El especialista Juan Amadeo analiza la potencialidad de la ganadería de ganar competitividad mediante el uso eficaz de las pasturas. “La alta genética y la tecnología de implantación ya han sido adoptadas por los productores líderes. Ahora, el desafío es mejorar la eficiencia de cosecha”, afirmó.
“El pasto es un negocio, no una filantropía: cada kilo de forraje producido es mucho más barato que la suplementación. Además, hay gran cantidad de superficie en el país que recibe sol y humedad, con suelos de calidad donde se pueden implantar pasturas, desde bajos para hacer agropiros a ambientes aptos para praderas de alta producción en competencia con la agricultura.
Entonces, el interrogante es por qué no se aprovechan estas ventajas naturales y económicas, cuál es el punto crítico”, dijo a Valor Carne Juan Amadeo, responsable de investigación en forrajeras de Gentos.
Culturalmente, en la Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil el concepto de intensificación siempre estuvo más vinculado a la suplementación y a los encierres que al uso eficaz del pasto. “El desarrollo de la producción de carne en los últimos 15 años se ha visto favorecido por la incorporación de suplementos, que se expandieron más del 300%. En cambio, si uno mira cuánto ha mejorado el uso del pasto durante ese lapso, hay datos del INTA e INIA que hablan de tan sólo el 20%. No se asimiló la premisa de suplementar como herramienta para construir sobre el uso eficaz del pasto”, explicó.
Con respecto a las causas de esta problemática, el investigador argumenta que el pasto no tiene prensa. “No hay difusores de sus ventajas y, entonces, se piensa que lo ‘tecnológicamente intensivo’ es el silaje y el maíz, cuando en realidad son recursos complementarios para lograr altas productividades”, sostuvo Amadeo.
En ese sentido, muchos productores comparan el costo de la materia seca del pasto con la del grano: con 15/17kg de pastura hacen un kilo de carne y con 8 kg de maíz, también. “Con esta simplificación, no contabilizan cuánto pasto se necesita producir para consumir esos 15/17 kg. Como la eficiencia de cosecha es del 50%, hablando del promedio nacional, se precisan 30kg. Si subiéramos este parámetro al 75/80%, como sucede en las ganaderías desarrolladas, el costo de la alimentación bajaría fuertemente”, planteó. Hilando más fino, prosiguió, “tampoco se coteja realmente el costo de una tonelada de pradera perenne versus una de verdeo. Sin duda el verdeo es más caro y más riesgoso porque hay que sembrarlo años tras año, pero nadie pone en la balanza los beneficios ambientales de la pastura, en cuanto a calidad de suelos, captación de agua, fertilidad, entre otros. Por eso, el foco se pone en los verdeos, sin analizar todo el sistema para ver la oportunidad de cada recurso”.