Sube la faena de vacas, pero cae la de vaquillonas y terneras
Muchos ganaderos de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos se vieron obligados a vender vacas debido a las inundaciones. Por Ignacio Iriarte
En septiembre, la participación de hembras en la faena fue del 42,5 por ciento. Este valor es claramente propio de una fase de retención, pero se ubica por encima de octubre del año pasado (40,3 por ciento) y del promedio del año 2015 (41,6).
En los últimos 12 años, este indicador tocó un máximo de 53,4 por ciento (marzo 2010) y un mínimo de 37 (octubre 2011). Algunos analistas, observando el incremento (marginal) de la participación de las hembras en la faena, especulan con que la retención de hembras en marcha se está desacelerando; pero otros creen que el aumento observado responde básicamente a la liquidación de tambos. Y al refugo de vacas vacías que se dio, con atraso por las lluvias, después de los tactos en muchas zonas de Buenos Aires, donde arrojó índices de preñez inferiores a lo esperado.
De todos modos, puede asegurarse que aunque el porcentaje de hembras en la faena se haya incrementado, dentro de niveles propios de una fase de retención, el año cerrará con una faena de vacas algo superior al año pasado (uno por ciento). Pero con una faena de vaquillonas (-17 por ciento) y de terneras (-15) bien por debajo de 2015. Muchos ganaderos de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, se vieron obligados a vender vacas, a raíz de las inundaciones. Esto habría incidido en el repunte de la faena de vacas.
Movimiento en la invernada
Noviembre resulta, de acuerdo a los datos de Senasa para el período 2009-2014, el mes del año con menor volumen comercializado de invernada. Del lado de la oferta, empiezan a aparecer algunos lotes de parición otoño, muchos terneros disponibles por el desorden en el servicio, y hasta algunos terneros que venden los mismos feedlots.
Si bien a nivel mundial el stock ganadero ha estado cayendo en los últimos años, la producción de carne vacuna experimenta una ligera recuperación. La explicación reside en el hecho que en casi todas las ganaderías del mundo se le está cargando más kilos a los animales producidos. En Estados Unidos, por ejemplo, los novillos rinden más de 400 kilos en carcasa. En la Argentina, pese a que estamos en un momento favorable para la ganadería, el peso medio sigue sin reaccionar: según el IPCVA se ubica en 219 kilos y para el Ministerio de Agroindustria, en 227 kilos. Se desconoce el por qué de tamaña diferencia en el cálculo entre ambos organismos. Ocho kilos más o menos, en una faena de 11,7 millones de cabezas, supone una diferencia en la producción anual del orden de las 94 mil toneladas anuales.
En 2011, el peso medio por animal faenado promedió 230 kilos, con picos de 232-234.
Es posible que en los próximos meses, al aparecer en el mercado muchos novillos que hoy se están recriando, el peso medio tienda a aumentar.
Agrovoz