El gran desafío, profundizar la
apertura de mercados agroalimentarios
En la nueva etapa institucional de Argentina las agregadurias agrícolas tendrán el imperativo de vender.
La reciente designación de Ricardo Buryaile como ministro de Agricultura para acompañar la gestión del presidente electo Mauricio Macri no fue una sorpresa para nadie porque su nombre ya había trascendido, incluso antes de la segunda vuelta de las elecciones, porque cuenta a su favor con cierta trayectoria política.
Desde la vicepresidencia de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), en la época Mario Llambías, Buryaile fue uno de los primeros hombres, que tras el conflicto de la Resolución 125 en 2008, salió al ruedo político y se postuló como diputado nacional (UCR) por Formosa, su provincia natal.
En su tierra había ocupado diferentes cargos en la dirigencia rural provincial, porque fue presidente de la Sociedad Rural de Pilcomayo, de la Federación de Sociedades Rurales de Chaco y Formosa (Chafor), además de haber ocupado la vicepresidencia de CRA.
Este contador público de profesión y productor formoseño, también candidato a gobernador de su provincia por la UCR, intentó arrebatarle la gobernación a Gildo Infrán, que ostenta el poder desde hace 20 años, pero los votos no le alcanzaron.
La elección de Buryaile, que sucederá en el cargo a Carlos Casamiquela, el ministro que más duró al frente de esa cartera, que ocupa desde noviembre de 2013, en la era cristinista, surgió por conceso entre las entidades, luego de intensas negociaciones y su nombre se hizo público el martes pasado, día en que AACREA presentaba su congreso Crea 2016.
Una de las primeras reacciones de los productores, frente al recambio presidencial, quedó demostrada con el aumento de la intensión de siembra de la superficie destinada al maíz de segunda. Claro el anuncio hecho por Macri, durante su campaña de eliminar las retenciones además del maíz al trigo y al girasol, fue como un disparador.
Pero ahora la difícil tarea del ex dirigente rural será, por mandato del presidente electo, comenzar a desarticular la compleja red armada por la administración saliente del sistema de permisos para la exportación conocidos como Roe´s verdes y rojos, que tanto daño hicieron a la actividad productiva. Aplicados también a la exportación de leche en polvo.
Pero otra de las tareas que deberá retomar con fuerza es mejorar el apoyo a las economías regionales, en particular las del norte argentino, alejadas de los puertos –Buryaile viene de una de ellas-, que se encuentran en desventaja respecto del resto de las actividades agroindustriales por los altos costos de los fletes.
Un desafío no menor que también deberá asumir el ministro entrante, tiene que ver con la situación de las mal llamadas producciones familiares, en lugar de pequeños productores o minifundistas, que en los últimos años subsistieron gracias a diferentes programas oficiales que apoyaron su actividad. En este caso optimizar la capacitación e impulsar más aun el asociativismo para crecer en forma equitativa.
Otro de los desafíos que se plantea al ministro entrante es la reinserción de Argentina en el mundo como país productor de alimentos para profundizar en los mercados más demandados y darle un nuevo impulso a las agregadurías agrícolas que nuestro país tiene en el mundo, ideadas en su momento para potenciar el comercio internacional de materia prima.
Pero, sobre todas las cosas, desde el Ministerio de Agricultura, deberán generarse políticas para consolidar la producción de alimentos con valor agregado. Salir a los mercados con producción industrializada de alimentos, una forma de generar más trabajo fronteras adentro, en lugar de que nuestra materia prima sea utilizada por terceros países para la generación de alimentos industrializados.
Es largo el camino que se deberá desandar, pero la única forma de hacerlo es desde el esfuerzo y el trabajo. (NAP)