jueves, 25 de julio de 2013


La pasión de quienes hacen grande la muestra
Los cabañeros, una rica historia de trabajo y esfuerzo detrás de cada animal
Mario Cruz es el responsable de la cabaña La Paz, ubicada en Vedias, Provincia de Buenos Aires. Su experiencia en muestras ganaderas, y en la palermitana en particular, es extensa: esta 127ª Exposición de Agricultura, Ganadería e Industria Internacional marca el paso de un cuarto de siglo desde que comenzó a participar en ella. 
“Palermo es un mundo aparte y la vidriera más grande del país”, afirma mientras cuida de los bovinos Aberdeen Angus que lo rodean y que la semana próxima competirán en sus diferentes categorías. “La cabaña cría al animal para mejorar la producción y mejorar las ventas, y sale a competir con la esperanza de ganar”, añade. En 2012 esta esperanza se plasmó en resultados, al obtener La Paz los premios a campeón junior y reservado campeón ternero. 
Su preparación para llegar a esta exposición comenzó entre 20 y 30 días atrás, tiempo en que la atención estuvo puesta en amansar los animales que se trajeron a Buenos Aires, cuidar de su estado y trabajar su pelo para que se encuentre en óptimas condiciones. Pero, más allá de estos tiempos, Mario explica que el trabajo para llegar a La Rural es continuo durante todo el año. 
“Es como un gran reencuentro anual. Estás todo el año esperando la exposición y, cuando termina, comienza la planeación para la del año siguiente”, sostiene y confiesa: “La mentalidad es todo Palermo”. 
Una herencia familiar que juega en primera 
“Palermo es un vicio”, explica Luciano Macaroni de la cabaña Santa Lucía ubicada en Facundo Quiroga. “Viniste una vez y no podés dejar de venir. Te atrapa”. La presente 127ª exposición de agricultura, ganadería e industria internacional significa su noveno año consecutivo en la muestra y va por más. 
“Al principio tenés el objetivo de llegar al podio en las categorías en que competís. Y, una vez que llegaste, el objetivo es no bajar, que es incluso más difícil”, explica. 
Según él mismo describe, el gran año de su cabaña fue el 2010 cuando ganó en el 100% de las categorías en que compitió. Este resultado tuvo su impacto no solo en el precio de los animales sino también en la reputación de Santa Lucía. “Cuanto mejor premio sacás, más vale tu animal, y más prestigio y fama le da a tu cabaña”, afirma y advierte: “Esto es jugar en primera; si no tenés todo muy aceitado, pasás vergüenza”. 
El trabajo para llegar a Palermo comienza desde antes de que nazca el animal con el que competirá la cabaña, en el mismo momento en que se lleva a cabo la elección de la vaca y el toro que serán cruzados. Una vez nacido el ternero seleccionado, se propicia su progreso con alimento, trato preferencial y mucho cuidado. 
Respecto a su trabajo con los animales, el cabañero mantiene en alto el lema “el ojo del amo engorda al ganado” y asegura que hace “todo el trabajo con las vacas” al igual que viene haciendo su familia desde hace 70 años. “Por la plata esto no se hace. Cuando vos estás ahí y pasa algo con alguno de tus animales, sabés cuál es el problema”, asegura. 
La pasión por los criollos 
Pablo Torralba descansa sobre su cajón mientras hojea una revista. Su vestimenta gauchesca y los establos que lo rodean completan la escena. Fuera de allí, en la pista central de la 127ª exposición de agricultura, ganadería e industria internacional que actualmente se desarrolla en La Rural, los equinos árabes hacen una demostración de sus bondades ante el público presente, pero en este espacio todo es tranquilidad. 
Mientras lee, Pablo cuida de los caballos criollos de su cabaña, Yancamil, ubicada en San Andrés de Giles, aquellos que cría –según explica– “más por pasión familiar que por comercio”. 
Su primera experiencia en La Rural se remonta al año 2000, cuando nació Yancamil y comenzó a participar en las distintas exposiciones para caballos. El trabajo para llegar a ellas –describe– se inicia al mes desde que el potrillo nace, momento en que se estudia su línea sanguínea y condición morfológica. Si es seleccionado para participar en competencias, se lo aparta y se le da especial cuidado. Palermo es una de las únicas dos exposiciones que hay en la Argentina para equinos y, claro está, no es una muestra más para Luciano. 
“Esta exposición anual es muy importante. No solo porque concursás por premios, sino también por el marketing que implica para la cabaña y es también muy buena para la venta”, explica.