miércoles, 8 de junio de 2016

"La Niña" y "El Niño" se disputan la campaña 
De acuerdo a estimaciones de Eduardo Sierra, publicadas en el informe estacional de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el fenómeno de “El Niño”, que ha dejado consecuencias más que evidentes, aún se resiste a retirarse. “La Niña” intenta avanzar mientras “El Niño” se opone. 
Durante la primera parte del otoño 2016, “El Niño” conservó considerable intensidad, produciendo una intensa racha de tormentas, que causó severos daños y atrasó las labores agrícolas. El inicio de las entradas de aire polar observado en los últimos días de Abril moderó considerablemente la actividad meteorológica, dando paso a un escenario climático mucho más moderado, aunque no exento de riesgos. 
El reciente debilitamiento de “El Niño” redujo significativamente los riesgos de inundaciones y anegamientos para el final de la campaña agrícola 2015/2016, mejorando las condiciones para el avance de la cosecha, aunque las pérdidas ya producidas son cuantiosas y no podrán recuperarse. 
Paralelamente, la disipación de “El Niño” abrió paso al posible desarrollo de un episodio de “La Niña”, que ha pasado a constituir la hipótesis favorecida por la mayor parte de los servicios meteorológicos del Mundo, a excepción del Servicio Meteorológico Australiano. No obstante, las elevadas reservas de humedad dejadas por “El Niño”, así como su acción residual, mitigarán en buena medida los efectos depresores de las lluvias que suele producir “La Niña” en el este del área agrícola, minimizando sus impactos negativos. 
Por lo tanto, continuará observándose una situación en la que convivirán los rasgos residuales de “El Niño” con los rasgos crecientes de “La Niña”. 

A pesar de ello, es probable que el centro y el sudoeste de la Región Pampeana se vean expuestos a un moderado impacto negativo sobre los cultivos, a la vez que la ganadería experimentará un corte de la cadena forrajera. Contrariamente, la mayor parte del área agrícola del Brasil, gran parte del Paraguay, NOA, el oeste de la Región del Chaco, la Mesopotamia, el oeste del Uruguay y el noroeste de la Región Pampeana correrán el riesgo de fuertes tormentas primaverales y estivales, que podrían producir cierto nivel de impacto negativo. 
A estos riesgos, se adicionará la posibilidad de heladas intensas desde mediados de otoño hasta mediados de primavera, que afectarán a la mayor parte del área agrícola, llegando a alcanzar peligrosidad sobre su extremo norte.
Todo ello, hace que sea necesario elaborar una cuidadosa estrategia para hacer frente con éxito a los desafíos que se avecinan, sacando el mayor provecho posible de la situación y minimizando sus efectos negativos.