jueves, 28 de agosto de 2014

Simposio en Rosario 
Las malezas difíciles obligan a encontrar un camino sustentable en la producción de alimentos. 
Esta problemática sigue siendo a nivel mundial una de las preocupaciones latentes que demanda soluciones. 
Mostrado vanguardia, Dow AgroSciences realizó el simposio “Campus de Malezas 2014” con especialistas, ingenieros y técnicos que dieron cuenta de la necesidad de aplicar alternativas de control que aseguren una producción viable. 
“En Argentina en 2010 se gastaron 330 millones de dólares en herbicidas pre-emergentes, y en 2013, se pasó a 750 millones, para el control de malezas”, según mostró en números el ingeniero agrónomo Luis Lanfranconi, del INTA Río Primero, Córdoba, un impacto en el bolsillo del productor que aumentó casi dos veces y medio con “un costo de 90 dólares por hectárea”. 
A pesar de esto, el crecimiento de la presencia de especies resistentes o tolerantes no disminuyó, “hace dos años teníamos 2 millones de has. afectadas y hoy hay entre 10 y 12 aproximadamente”, sostuvo Rafael Frene, Líder de Desarrollo Técnico de Herbicidas de Dow AgroSciences Cono Sur. Observando esta realidad, Dow AgroSciences una de las compañías líder en la provisión de productos para el control de plagas, pensó en un Campus de Malezas como escenario para abordar con diferentes disertaciones, análisis y debates, el presente y el futuro agronómico de manera sustentable. 
“Creemos que las soluciones deben encontrarse en grupo, formado por académicos, técnicos, industria y productores” por eso “la idea de Campus, un aula que interrelaciona y un ámbito de capacitación”, explicó Romina Gueli, Líder del Portafolio de Herbicidas de Dow AgroSciences. 

Con la presencia de más de 620 participantes, Bryan Young, profesor estadounidense Asociado en Ciencia de las Malezas, de la Universidad de Purdue, compartió experiencias de su país afectado por malezas resistentes a 4 o 5 herbicidas, como el Amaranthus Tuberculatus, Palmeri, y Conyza Canadensis. “La primera falla que tuvimos es que se abusó del uso del glifosato y se realiza pulverización tardía”, reconoció. 
Sin embargo, en cuanto a las causas de ello explicó que “la falta de educación en el tema es lo que provoca la inexistencia o mal control”. Para ello, recomienda una actitud proactiva por parte de los productores, rechaza la reducción de costos en insumos para combatirlas, y “mejorar el manejo de semillas”. Este panorama evidencia que a pesar de que los cultivos tolerantes a la aplicación de herbicidas fueron fundamentales en el sistema de producción agrícola mundial, el uso de un único modo de acción –glifosato-, con aplicaciones repetidas sobre el mismo suelo, sin rotación de cultivos, ni buen manejo de semillas, está generando pérdidas de eficiencia.
Al respecto el asesor privado Luis Allieri, mencionó que “los puntos claves para el manejo y control consiste en prevenir y actuar sobre la producción de semillas, conocer los aspectos biológicos y ecológicos de las especies, integrar las practicas de manejo, reconocer diferentes ambientes, y asegurar la aplicación de buenas prácticas agronómicas”. 
Actualmente en la Argentina existen varios tipos de malezas, entre las resistentes: Amaranthus Palmieri o Hybridus, Cynodon hirsutus, Sorghum halepense, entre otras; y entre las tolerantes: Pappophorum, Chloris virgata, Borreira verticillata o Gompharena. Cada uno de los disertantes coincidió en que el reconocimiento temprano y el control con diferentes modos de acción, en distintos períodos, ayudaría a tener un mayor control de la problemática. “El primer desafió es que el mercado reciba tecnología y herramientas para enfrentar la situación, y el segundo, que cuando lleguen sean implementadas de una manera sustentable y viable y que cierre económicamente al productor”, resaltó el Líder de Desarrollo Técnico de Herbicidas de Dow AgroSciences. Sumando que “Dow sigue invirtiendo e investigando en tecnologías sustentables. Hoy propone Traits en biotecnología, nuevos herbicidas, un sistema de control como el Enlist". 
En tanto, el Licenciado en Economía Roberto Bisang, fue quien aportó una mirada analítica, repensando el futuro y planteando los desafíos del sector para cumplir con la creciente demanda mundial de alimentos. Habló de que las vías de recreación del crecimiento podrían pasar por el lado de “extender el modelo productivo actual, afinar el modelo, con un salto tecnológico”, a su vez, planteó que “el futuro es apoyarse en una convergencia de intereses para crear una comunidad de intereses”.